Fibra: el alimento de las “bacterias buenas”

Fibra: el alimento de las “bacterias buenas”

Obesidad: más allá del 2 +2

Hasta hace relativamente poco, cuando alguien preguntaba a un profesional sanitario sobre cómo perder peso, solía obtener la misma respuesta: "Coma menos y haga usted más ejercicio"

Este equilibrio entre la ingesta y el gasto energético es lo que con palabras técnicas se conoce como “homeostasis energética”. En palabras más comunes, más o menos como lo diría mi paisano manchego José Mota, esto se traduciría como “las gallinas que entran por las que salen”.

Es decir, en general se consideraba que, consiguiendo un equilibrio entre las calorías ingeridas y el gasto calórico, la cuestión de la obesidad estaba más o menos resuelta. Sin embargo, a la vista está que estas “cuentas” no son exactas porque incluso siguiendo las dietas más hipocalóricas y tortuosas del universo, mucha gente no consigue perder todo el peso que se propone.

El motivo es que en el origen de la obesidad también intervienen complejos mecanismos entre los que están implicados factores genéticos, endocrinos, neurológicos, psicológicos o ambientales.

Microbiota intestinal: las bacterias pueden influir en el peso corporal

Entre todos estos factores hoy nos vamos a detener en la posible influencia de la microbiota intestinal en el sobrepeso. Ya que estamos, aprovecho para recordar que el término “flora intestinal” está demodé. Cosa lógica teniendo en cuenta que lo que tenemos ahí abajo no son flores sino bichos. Aproximadamente 1,5 kilos de bichos. Has leído bien… ¡tenemos 1,5 kilos de bacterias en nuestro intestino!

Pues bien, la mayor parte de estas bacterias pertenecen a dos tipos. Unas se llaman firmicutes y otras bacteriomicetes. Distintos estudios en ratones y en humanos muestran cómo en individuos obesos aparece una mayor proporción de bacterias firmicutes que en individuos delgados, donde predominan las bacteriomicetes.

fibra: alimento de las bacterias buenas

¿Cómo influyen en la obesidad estas bacterias?

Hay distintas teorías, pero se apunta a que las bacterias firmicutes tendrían la capacidad de “extraer más energía de los alimentos”. Es decir, si dos personas se comen el mismo filete y una tiene mayor proporción de firmicutes en su intestino, podría obtener mayor cantidad de energía que la que tiene menos bacteriomicetes.

Este hecho, si viviéramos con escasez de alimentos quizá nos vendría fenomenal, pero hoy en día, con el patrón dietético que nos gastamos en el primer mundo, no nos aporta ningún beneficio sino más bien lo contrario.

¿Fue antes el huevo o la gallina?

Hay también distintas teorías sobre por qué unas personas tienen mayor proporción de bacterias firmicutes. No está claro si fue antes el huevo o la gallina (perdón, hoy me ha dado con las gallinas). Por un lado se cree que la presencia inicial de estas bacterias en el organismo podría ser el origen de la obesidad mientras que, por otro lado, hay estudios que apuntan que la alimentación con una dieta rica en grasas y azúcares estaría asociada a un incremento de la proporción de firmicutes frente a bacteroidetes. Es decir, la alimentación tendría un papel relevante en la proporción de bacterias que campan a su aire por nuestro intestino.

En general, se considera que las dietas altas en grasa y bajas en fibra pueden dar lugar a un desajuste en la microbiota y favorecer la obesidad.

¿Cuál es la fibra favorita de las bacterias “buenas”?

La fibra favorita de las bacterias es la fibra soluble. Es la que se encuentra principalmente en alimentos como frutas (especialmente cítricos y manzanas), verduras, legumbres (lentejas, judías), frutos secos como nueces, avellanas o almendras, semillas de lino y salvado o salvado de avena.

Ya conocíamos otros múltiples beneficios de la fibra pero desde hoy también sabemos que podría ser un aliado más en la prevención de la obesidad al favorecer una adecuada microbiota intestinal. ¿Vas a dejar de intentarlo?


Artículo escrito por Marián García - Boticaria garcía